Después de cuatro años de estar del lado del entrevistador, ir a una entrevista de trabajo es extraño. Por otro lado, es decepcionante detectar todos y cada uno de los errores de entrevista y no poder mentarle la madre al entrevistador; pero es más feo entender la bateada disimulada y darse cuenta a la perfección que nunca llegará una llamada de respuesta positiva.
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