sábado, octubre 26, 2013

¡Viva la inestabilidad!

Creo que la estabilidad está sobre valorada. De verdad. Estoy convencida de ello. Pasamos nuestra vida en función de conseguirla como si fuera una presea dorada: Compramos casas de proporciones milimétricas endeudándonos de por vida porque a fin de cuentas, todos queremos tener un patrimonio ¿no?. Nos casamos con la efímera ilusión de que será para toda la vida, porque ni modo que no, si para eso se para una frente al altar. Nos deslomamos día tras día en trabajos que no nos gustan pero de los que no nos atrevemos a retirarnos ¿Por qué entonces qué vamos a hacer? Y es que perder (o elegir dejar) la seguridad de un empleo, una casa o un matrimonio genera incertidumbre y ansiedad. No sólo eso: provoca una estrepitosa sensación de fracaso también. Y por si hiciera falta algo más, también trae consigo una reprimenda social muy severa. Las opiniones son todas las mismas. Pero ¿qué pasa si nos atrevemos a dar ese salto al vacío? ¿caemos y nos estrellamos? Difícilmente. O probablemente sí, pero no importa: estar en el suelo resulta aburrido, siempre terminamos por levantarnos. Muchas personas calificarán de una locura (por decir poco) la decisión del salto ¿perder seguridad y estabilidad? ¡Es de locos!. La estabilidad emocional tampoco es lo más emocionante del mundo. Sin locura no se crearían las cosas más bellas, y fantásticas de la vida, no vibraríamos con montón de deliciosas sensaciones, no nos atreveríamos a hacer cosas aventureras y muchas veces hasta estúpidas y sin sentido. Si fuéramos estables todo el tiempo seguramente andaríamos por la vida mucho más tranquilos, pero definitivamente no más felices, estoy segura. Porque hacer lo que realmente quieres, lo que verdaderamente te hace feliz muchas de las veces implica riesgos, aventarte a la nada, decidir a ciegas. Y las consecuencias pueden resultar desalentadoras, pero darse la oportunidad de atreverse tiene un par de regalos escondidos: aprendizaje y libertad. Justo hoy, precisamente hoy que pensaba en todo esto porque nada es casualidad, encontré esta frase: "Me doy cuenta que si fuera estable, prudente y estático viviría en la muerte. Por consiguiente acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo y los altibajos emocionales porque ése es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante". Así sabiamente lo expresó Carl Rogers y brindo por ello. Tomé el camino de una vida llena de vericuetos, perplejidades y emociones, a costa de muchos momentos confusos e inciertos. ¡Salud!

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